Cristian Manrique
Escritor.
ADELANTOS
Aquí van a encontrar adelantos mismos del libro. Podrán leerse fragmentos varios de distintas partes del libro.
"Aprendiendo hablar, y ya sin palabras se encontraba aquel alma de infinitos trabalenguas que su voz todavía no pronunciaba, que dentro de su cabeza se hallaban, dentro de su cabeza vivían y al parecer cada vez más se encerraban y al parecer cada vez más se sentían y era en forma de voz que gemían, dentro de su cabeza gemían, revistiendo de respuestas a esos porque que en su cabeza vivían, respuestas que saboreaba, degustaba y les sonreía, sonreía y pensaba, pensaba y respondía, pensaba y veía, que todas sus palabras no fueron hasta ahora emitidas, todos aquellos pensamientos que dentro de su cabeza gemían, pensamientos con los que ahora guardaba especial simpatía, singular acecho que aguardaba con peculiar alegría, palabras que desnudas esta vez iban a poder ser dichas."
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"Mañanas de un ayer que quieren desaparecer, mañanas de un ayer que desesperan, mañanas que desayunando no se alimentan, mañanas de colores que hoy nos muestran, toda la imposibilidad de volver a vivir algo pasado; angustiado
en recuerdos y sin descifrarlos, vive el olvido, haciendo revivir mi pasado. Sentimientos ya sufridos, sentimientos ya pactados, que de a poco se mecen en mi sentir diario, esta vez no era por falta de olvido, el porque de que ellos todavía estaban vivos, él simplemente se los alegaba al destino, dándole la mano y siempre bien dispuesto a recibirlo; divertido azar con el que él orgulloso caminaba
de la mano, siempre dispuesto a acompañarlo era también así como muchas veces se dejaba de lado, tonto iluso del pasado, reflejo mismo de lo devastado, maldita memoria que nos persigue a todos lados, hasta cuando inconscientes
estamos, uno más en el montón de los llamados, tristes humanos.
"Ahora muerto, ya no resucito, sólo respiro y no suspiro,
ahora ya muerto, en un cadaver me he convertido ya que por
mis venas sólo corre el frío, ese seco frio que hasta por
los ojos es transmitido, porque no era más que una mirada
perdida la que dislumbraba aquel cadaver no exquisito,
sólo frio, sólo frío humedecido por haber infringido esa
ley de no saber mirar lo que su sentir le había dicho, era
lo que ese ser respiraba por haber muerto en sí mismo.
De muerte cerebral vestido, su fuerza existencial había
perecido, en aquel duro cielo que en su prófuga espera de
infierno se había vestido, haciéndolo quemar en cada
suspiro que su cadaver no exquisito ya había padecido.
Agonía y más agonía era las que recorrían aquellas vacías
calles de orgullo por haber perdido, en afán a lo
desconocido, a todos aquellos infortunios que buscados
fueron encontrados, porque sin disfraces caminaban y se
los veía claramente desnudos cuando los cruzaba, y ellos
sí que no se sonrojaban, ni se irritaban, sólo lastimaban,
porque la aceptación no los acompañaba, no por culpa, sino
por lástima propia que contra su ser generaba, esa
inevitable lástima que a su ser cargaba, a causa de aquel
reflejo humano que sin miedo alguno, como perdón había
sido denominado."
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